La Casa de la Desolación

La

Casa de la

Desolación

·

Padres de Silencio

Había una sombra arrastrándose bajo sus palabras, una telaraña en contorno a sus ojos, escribía notas de las que a mi me corroen, declamaba los mismos versos que yo destilo en letras, y paseaba en los más solitarios parajes, espíritu de aislamiento y desolación, por años de represión, aprisionada en un sentimiento prohibido, madre de depresiones, victima de las decepciones

Los días pasan como las nubes arrastradas por el viento de la ciudad, la soledad, empeño puesto para comprar un sueño borroso, no hay nadie en las calles, no hay nadie en los papeles que marcan su vida, la vida se gana y no se tiene, pues la lejanía es más grande que la fuerza, la ira devora sus pensamientos, la extrañeza devora su esfuerzo, padre de furia, eterno preso

Fue la noche la mensajera de las voces, una carta escrita con alcohol y lágrimas, hubo una pausa en los tiempos que corrían por separado, y una estrella estalló entre dos almas, habiendo caído la distancia se volvió infinita, en la ironía de compartir un mismo abismo, de concebir un mismo vacío que se llevó a los hijos del error…

Una vez en marcha las notas de la noche del alivio, su mente se nublo con vapor púrpura, burbujas saladas de llantos constantes, sublimadas en venenos que se llevan el dolor, solo las millones de frases que escaparon con el líquido que se derramó en sus ojos podría conocer la pena que cargaba en su interior, y sólo la razón de la tristeza su consuelo, pero ya no más, aquél corazón ha de escapar y sellar su esperanza para no abrir jamás, las únicas palabras que derribaron al testigo: “Yo ya no quiero”…

Era la sorpresa de la tragedia en disfraz, a cada segundo de extrañeza el concreto devoraba junto a sus ansias, gritaba el nombre de sus razones, extrañaba las historias que alguna vez quiso contar, cuando la noche susurró aquellos versos de la insolación en la distancia, lamentos de su hogar, un cristal se rompió y emanó hiel, lloró a la luna de la desolación, y apoderándose de la piel, la amargura se torno en furia, tomando su la única opción revelada por aquellos ojos ciegos, la persecución de aquello que ya estaba perdido…

De vuelta a la casa de la represión, ya absorbida por el océano del falso alivio, encontró los motivos tortuosos de su fuerza, uno le dio la espalda, la incomprensión manejaba su alma, otro se quedó y sintió su dolor, las palabras se desbordaron, una catarata de voces confusas que no se callan, y mientras me lleno de su imagen, de su voz, de sus lágrimas, no puedo creer el descubrir tantos años perdidos, su llanto es honesto, y mientras se desploma en mis brazos no puedo negar que por dentro también lloro, comparto su tristeza… el hogar se tambalea…

El instinto lo trajo a casa, lo movió el ansia y la ira, los sonidos de aquella voz rota deshicieron aquella ternura y aquella esperanza, la lejanía y los años perdidos dejan sus marcas, su tristeza es también honesta, y su soledad es más real aún, luna de concreto en su espalda, la razón perdida lo arrastra a un paraje abandonado, ante la dueña de sus ambiciones y razones, yo lo veo entrar y me congelo ante su mirada, siento el golpe y me hecho hacia atrás, ya consciente de lo que ha de desatarse, la culpabilidad me abruma, no puedo ver lo que él ve, pero tampoco puedo ver la maldad…

De repente esta es la casa de la histeria, subyugada por años de desolación, convivencia de miradas desviadas, palabras de maniquíes ausentes, ahora es la violencia lo que sostiene la resistencia, subversión, platica incoherente para salvar nuestra paz, sumisión ante la desesperación, a la incertidumbre de lo que pasará con nosotros

¿Morirá el pasado en la soledad? ¿O se llevará el océano la ira para dejarnos soportar otra era de incomodidad callada?

…Heredaremos la ira, heredaremos la tristeza…