
Preguntas como huesos destrozados, piel astillada con una fractura expuesta, cada pregunta es una astilla que sale al exterior y que me fuerza a arrodillarme de nuevo ante ese Sutra para maléficas perfecciones de una cofradía de lamentos y perdiciones que marcan meses y años como mejor y peor, cubriéndolos de luto bajo un manto de besos que no acabarán e ningún lado, el demonio vestido de blanco, derrochando suspiros y caricias que se convertirán en una cicatriz más, partiendo desde el cielo solo para caer en picada, cada partícula, una eternidad en segundos de sufrimiento y placer, solo veo el suelo próximo a mi cara, pero no dejo de caer
Somos presas de aquella diosa, o aquel dios, como lobo hacia la luna o demonio a la negrura, atraídos por esa fuerza bestial, en labios de papel decaes, deseando vivir o morir a su lado pero por una eternidad, incluso cuado el dolor es tan grande, cuando es tan fuerte, incluso quimeras de esperanza te bastan para subsistir, desecando tu propio interés, demacrando tus sentidos, poniendo el mundo al revés, con una soga al cuello caminando hacia el vacío, sin deseo de voltear, vestido para el sepulcro, maldición celestial…
En medio de las sombras lo esperaré, la cura, la muerte, aquél ser, en medio de cantos de elegía y réquiem, como una misa negra, adorando a Satán en su forma mas magistral, la misantropía en su mejor disfraz, caos y desorden, puritano de la deformidad y la inconsistencia abismal, bañado en sangre y en hiel, disfrutará romperte con su naturaleza, como papel arderá tu piel, desgraciando a la existencia misma en ardor, todo alrededor pierde su color, respirar, hablar, sonreír, todo es una expresión de dolor, la mas placentera tragedia humana, despedazados todos por el amor…