
Paso lento, perdido y escondido, no quiero toparme con ninguno de ellos, no sé por qué, no sé cuando, pero sé que un día voy a estallar… si me hablan, si me ven, si me dicen que debería sonreír un poco más… yo estoy bien, yo soy feliz, ¿Qué no lo ven? El problema son ustedes que no me dejan sonreír a mi manera…
Un día salí a pasear por las calles, lejos del apestoso tufo de la gente en la casa, en la escuela, en todas partes… no hay nada de eso en las desiertas calles de la madrugada… merodee, me pasee y me perdí… pero encontré a alguien un tanto interesante de ver… era viejo, estaba sucio y no parecía estar consiente, pero tenía esta pequeña amiga con él… era brillante, era fuerte, de metal que prometía un buen espectáculo, una pequeña subametralladora que garantizaba un buen día, y el día siguiente era día de escuela…
Me levanté, me vestí, empaqué mis cosas… a mi pequeña amiga, una botella con gasolina y un pañuelo… me aseguré de que papá y mamá no salieran de la cama, de esto se ocupó mi nueva compañera… besé a mi madre en la mejilla, dejé fluir el gas de la cocina y desaparecí por la puerta…
Llegué a la escuela… saludo, beso y sonrisa… “te ves muy bien hoy” “mira que sonriente estas”… yo lo sé… y no puedo esperar a que empiece la clase… Profesor, por favor, tengo un mensaje que hacer, “adelante señor, pase al frente por favor”
Pasé al frente, muy sonriente, con mi mochila en manos
Saben compañeros, siempre quise devolverles todas esas preguntas, insinuaciones e inútiles hipocresías, pero siempre me pareció una verdadera tontería… pero hoy… dios mío hoy… es un lindo día, y quiero sentirme educado al menos por hoy… pero no voy a preguntar sin tener motivos, antes de preguntar, quiero que tengan algo que contestar…
Tomé mi mochila, la abrí con lentitud… saboree cada instante y cada mirada atónita, algunos fascinados, algunos asustados, de una u otra forma todos se echaron atrás… estando fuera, me olvidé de ello, todos adquirieron la misma expresión, alcé mi arma y jale el gatillo… el plomo llovió casi tan bello como el carmesí suspiro de mis ansias…
Los primeros fueron los de la primera fila, muy poco tiempo hubo para gritar o lamentar, después siguieron los que trataban de llegar a la puerta y luego el profesor que me trato de parar… mi corazón bailaba extasiado, nunca me había sentido tan contento, me pregunté por que nadie lo notaba, nadie comentaba y nadie se atrevía a preguntar por qué…
A veces apuntaba, a veces solo disparaba, pero no había mucha diferencia, cada bala impactaba en algún lugar… algunos cayeron con piernas perforadas, otros menos afortunados se vieron caídos pero con desechas sus caras, carne volaba, la sangre me embriagaba, los gritos me arrullaban hacía una tranquilidad sin igual, la combinación de los disparos con los gritos era la sinfonía perfecta…
Se acabaron las balas y no quedaba mucha gente de pié, varios se arrastraban con heridas en piernas y pies, de repente me dio este ataque de risa, no lo podía contener y las lágrimas salían mientras la gente que no sabía que pasaba se arremolinaba fuera del salón, tratando de abrir la puerta que cuando maté a los que trataron de escapar atranqué... reía y reía mientras decidían derrumbar la puerta al ver por la ventanilla que quedaba algún sobreviviente bajo los cadáveres que dejo mi pequeña amiga…
“Antes del acto final, para quien aún pueda oír, ahora me siento con derecho a preguntar… ¿Cómo se sienten hoy? ¿Cómo están?...” y reí aún más...
Cayó la puerta y entraron profesores y alumnos, se detuvieron con miedo por mi arma en mano “esperen por favor… ya casi he terminado, solo denme en segundo y en seguida los acompañaré”
Entraron y entraron mientras yo buscaba en mi mochila aquella botella que con la gasolina del carro llené… entraron amigos, entraron profesores y directivos, todos viendo a sus queridos derrumbados por mi mano, perforados por mi frenesí… los vi enfurecerse y esperar la primera oportunidad para hacerme pedazos, solo esperaban a que soltara el arma… “ya casi…” dije mientras ponía el pañuelo en la botella, dándoles la espalda para que no fueran capaces de ver…
“Listo”, exclame mientras arrojé hacia ellos mi arma, alguien cayó con el golpe de esta… de repente los vi abalanzarse hacia mí pero yo encendí el pañuelo primero, caí con el peso de una multitud iracunda, sentí golpes, sentí ira y empecé a reír de nuevo, “¿de que coños te ríes?” oí a uno exclamar cuando todo se volvió fuego…
Mi botella estalló y todos se bañaron en las llamas, se retorcían y gritaba mientras mi ser incandescente seguía riendo… y mientras todos ardían, mientras todos morían y yo me acercaba a la incineración solo se me ocurrió decir: “es que… hoy realmente fue un buen día”…