Animae In Obitus

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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Gracia, sangre y locura


El retrato de la condesa sangrienta

Refugiada en un castillo a la orilla del mar sobre un risco, se veía habitando una mujer preciosa de gustos mórbidos y negros como el cielo que cubría su proclamada identidad, como condesa se veía y como condesa actuaba, y no como la condesa del cuento de hadas, que con largo vestido de seda se pasaba por los pasillos del palacio, derramando flores con cada paso, si no mas bien como una condesa draculiana de nombre temido en las afueras de la antigua Transilvania en los tiempos de ataño, los libros la trajeron a la vida en un tiempo donde su título ya no existía, pero donde las mentes perturbadas necesitan ser alimentadas por el placer de la fantasía tortuosa.

Elizabeth se llamó Erzebeth, Erzebeth Bathory, la condesa de las 600 almas inocentes desterradas del cuerpo con propósito de seguir con vida. Una bella mujer cuya capacidad de seducción solo se comparaba con su afinidad a la locura, había tomado el personaje de sus libros y lo había usado como mascara para el mundo real, donde nadie notaba, que por las noches la juventud en otras caras buscaba… Cual quijote con los molinos de viento arremetía por las noches contra pequeñas inocentes, despojándolas de la conciencia con un solo golpe con su cetro hecho de fémur, sin aviso ni señal llegaba quam mortis, y raptaba a las niñas de su cama, para parecerse a su modelo Bathory.

Durante el día se mantenía bastante ocupada en su palacio de Cachtice, palacio que en realidad era una mansión abandonada frente al mar, tomaba por sorpresa recién despierta a su presa, y con las torturas leídas en sus cuentos de hadas y negras princesas arrancaba por la fuerza la inocencia y la fuente de la juventud que en sangre creía encontrar. No había ni Gabor ni Dorottya, ella por su cuenta tomaba a las doncellas de la inocencia en las noches, deseaba su belleza y su tersura, era su placer desollarlas con ternura y en su sangre deleitarse y lavarse el cuerpo y la cara, cuyo dulce contacto con esta esencia se sentía desaparecer sus arrugas…

La noche temía su nombre, las niñas del pueblo corrían por su destino en las noches, para no acabar de doncellas a victimas de su doncella de hierro hecha de clavos y carey, para no formar parte de su festín a la Gilles de Rais… una juventud de mujer fue el espasmo del miedo de un triste pueblo asolado por la incertidumbre. Se empezaba a pensar en vampiros y en criaturas nocturnas infernales, los que se deleitaban con los cadáveres encontrados desgarrados con elegías carnales, y baños de virgen sangre. Las autoridades desconcertadas por la falta de pistas y los padres angustiados por la piel de sus hijas, caos y miedo rigiendo este pueblo azotado por un ritual de una falsa condesa con delirios de alquimista… los años pasaban y las madres lloraban, 100 las victimas ya sumaban y la condesa seguía escondida sin ser capturada…

Cierto día un caballero llegó al pueblo, pariente de la autonombrada condesa Bathory, en su búsqueda por su perturbada relacionada, un peligro él sabía que representaba por sus mórbidos gustos y por su mente alterada, un György Thurzó de la era moderna con revolver en lugar de espada el pueblo cruzó en busca de la condesa, exhumando cadáveres e investigando escenas regresando tras las huellas para encontrar a la dama infame y acabar con su sangrienta empresa…

Cierto día presa del miedo desde la costa una joven regresa, golpeada y magullada, con signos de haber sufrido el intento de ser estrangulada, “la sangre cubre pared y piso, cadáveres adornan los techos y una mujer ahí se baña con sangre pronunciando versos en lenguas de libros de antigua negrura y hechizo”. La doncella sobreviviente se topó con el Thurzó de la historia, en la mansión abandonada de la costa se encuentra esta mujer, objeto de su oratoria, donde su siniestra hueste yace entre gritos de histeria y angustia será el lugar del fracaso de Thurzó por su demora… no se puede hacer más, el ira por su pariente Elizabeth, y la llevará a donde no pueda infligir mas daño…


…Y arribó a esta maquetea de castillo de Cachtice, una mansión destartalada, con presencia de ominosidad aumentada por la tormenta que con rayos y nubes negras se anunciaba, se percibía el olor a maldad y víscera con cada paso que daba, el corazón fuerte y temeroso haciendo eco en su mente retumbaba. En un arranque de valor la puerta de par en par abrió tratando de asimilar la oscuridad del interior, el olor a podredumbre lo abofeteó como una alarma de reloj al soñador, con una lámpara alumbró su camino, resbaloso por algún líquido extraño que reposaba derramado en el suelo… ese líquido rojizo, objeto de su temor y de sus ansias… Chocó contra un bulto suave colgado del techo, levantó la lámpara y tras un respingo cayó de bruces al suelo… un cadáver le miraba enganchado del techo por una herida en el cuello, pálida como cera, desangrada sin duda y con los ojos muy abiertos… Thurzó dio la vuelta y alumbro su alrededor, se encontró con la siniestra mansión descrita por la infante, con paredes tapizadas de sangre y con un techo adornado con candelabros de cadáveres, niñas y jóvenes destazadas y evisceradas lo miraban inespectantes, en un rigor mortis comparado solo con el rigor del miedo que de él se apoderaba… y en medio del silencio una canción el aire adornaba… “aime aime… vitae sempiterna, aime aime…vitae in mortis…”

La voz de la condesa resonaba en la críptica mansión mientras Thurzó trataba de encontrar valor para continuar buscando. La voz de la condesa era melodiosa y hermosa, al contrario de lo que cualquiera pensaría de un monstruo de sangre tal cual era, Thurzó avanzaba escrutando la oscuridad en busca de la doncella sangrienta Erzebeth, cruzando cadáveres y trastabillando con los resbalones que le propinaba la sangre en el suelo, la canción seguía y el ritmo del corazón aceleraba… subió las escaleras hasta un enorme pasillo de cuyo fondo la cantata parecía provenir. Cruzó mas cadáveres y más charcos de sangre, oyendo la canción… se acerco al fondo del pasillo donde en pie estaba una fuerte puerta de roble, detrás de ella se oía la fantasmal voz…

Thurzó giró la perilla temeroso de la horrible escena que esperaba encontrar, temeroso de la misma muerte que habían sufrido los inertes cadáveres pasos atrás… miedo inducido por el olor de la sangre, por la carne destrozada e el suelo, por la maldad respirada en el aire… abrió la puerta de un jalón y no vio nada, nada mas que oscuridad, oscuridad transformada en lascivia por la voz de la condesa, y por un olor mas fuerte de sangre y un sonido de agua derramada sobre piel… Thurzó alumbró el cuarto con su lámpara… encontrándose ahí con la figura de la condesa sangrienta…una mujer joven, con un bello rostro suave como la ceda y blanco como la nieve, un cuerpo delicado, delgado, simétrico, una mujer con gran encanto… un encanto suprimido en un engaño, lavado por la sangre que su cara se encontraba bañando, un invierno sangriento… la sangre caía de una jarra que sostenía con su mano derecha, y a su alrededor, mil cadáveres en fila, y mil jarras mas de sangre llenas, esperando saciar la sed de la condesa…

Sacó su revolver el temerario Thurzó, pero a su asombro la condesa presente ya no se encontraba, solo quedaba esa oscuridad de aspecto infinito, rota por la luz de su lámpara… escuchaba los pasos a su alrededor, asechando… apuntaba a todas partes con frenesí… esperó a que algo sucediera sin bajar el arma, dio un paso hacia atrás y derramó una jarra… volteo para alumbrar el charco de sangre que se había formado, viendo en el reflejo de la oscuridad… lo contemplo con extrañeza, pero sin darse cuenta de que en él la figura de la condesa se formaba… dio media vuelta aterrorizado pero la condesa ya estaba encima de él “Frenec que gusto verte” decía la insana mujer mientras arrebataba el revolver del hombre, “Nunca te importó lo que me pasara en mi soledad”… forcejaban los dos, y en un giro la condesa mordió el cuello de Thurzó relamiendo la sangre que escurría por sus labios, y Thurzó se retorcía en el suelo con la herida punzando desde su cuello hasta los pies…

Bathory se dirigió frente a él sacando de su fajo una daga ensangrentada, con un vicioso filo que mas sangre de Thurzó deseaba, atónito por lo sucedido en la oscuridad Thurzó a la condesa no divisaba, la sangre escurría y con la lámpara y el revolver en el suelo solos los pasos asesinos se escuchaban, sin ponerse de pie todavía el caballero retrocedió buscando su arma mientras la condesa en la oscuridad infinita más se acercaba, logro tomar a tientas el revolver y disparó a la oscuridad sin confirmar el estoque. De pie se puso sin tomar la lámpara y aguardando en e silencio una señal de que por la bala la condesa hubiese sido perforada… la negativa fue respondida cuando una estocada de daga lo penetro por la espalda y cayo al suelo con el dolor de la sangre y l alma desesperadas…

“Frenec… aún soy bella y más que tu me temo…” decía mientras la luz de la luna de pronto el cuarto alumbraba por la ventana “… e incluso en tu arte bélica he triunfado esta noche… ¿Qué no has ha prendido nada en tu gloria y falso derroche?” y mientras se acercaba al espejo Thurzó enristraba el revolver “Ahora voy a matarte por que me abandonaste y por no apreciar que te guarde tras todo lo que pasé por la sangre” “Pero no será mi sangre el último touché de esta noche” respondió mientras la bala del revolver manchaba el espejo de atrás de la princesa de sangre… se oyó un ruido seco en la casa desierta, thurzó solo se acercó para darse cuenta de la caida de Bathory yerta, para su suerte la condesa ya estaba muerta…

Y tras el amanecer la sangre se evaporaba en el cielo y los fantasmas de sangre y turbaciones descansaban del duelo, la historia ahora se proclama leyenda del pueblo y Thurzó tres metros bao tierra por la pérdida de sangre no logro contar lo que en esta historia les cuento… gracia, sangre y locura, deleite de las mentes perturbadas y de los poetas muertos, para ser contadas



una pequeña historia que se me ocurrió de la nada... hacia mucho que no publicaba... espero disfruten...

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Poetry as murder

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