Rectitud

Taparé mis ojos, no veré maldad, mi mano será guiada tan solo por mi mente, un instante será suficiente y la muerte acompañará mi bienestar, en el instante ciego en el que no pude ver el segundo ejecutante de la vileza, quizá los campos se tiñan de rojo, por mi mano o por la ajena, la maldad coloreará mi mundo, pero jamás veré maldad…

Taparé mi boca, no hablaré maldad, las catástrofes de mi mente llegarán sin aviso, no habrá agravio en el silencio eterno, cuerdas bucales descocidas serán silencio santo que no romperá la gloria de la pureza, quizá el silencio sea el suspiro de la muerte, en mi, para mí, por mí, a mi alrededor, pero yo jamás hablaré maldad…

Taparé mis oídos, no escucharé maldad, el estruendo del caos será un susurro inaudible a mis sentidos, los azotes de Satanás no me incumbirán mientras mi letargo continúe, seré sordo ante los lamentos, mis acciones denotarán mi indiferencia, no escucharé lamentos, no escucharé ruegos, mataré, viviré y dejaré morir, jamás escucharé maldad…

No seré maldad, mis intenciones serán camino al bien, a mi bien, al único bien, jamás dejaré que el mal se apodere de mi vida, no importa cuantas vidas destroce, no importa cuantas lágrimas ignore, no importa cuantos gritos evite, el bien será mi única verdad, por mi bien, todo lo demás será malvado, en el instante que todo se convierta en nada, sabré que el mal que he hecho, fue para bien, haré el mal si es necesario, pero jamás seré maldad…